viernes, 8 de abril de 2011

LITERATURA GUATEMALTECA - Valoración Personal

Valoración a partir de textos seleccionados

¨Le soñaré a mi pueblo un héroe

y si el pueblo lo sueña será historia¨1

Cada vez que los hombres nos atrevamos a soñar, cada vez que los hombres nos atrevamos a crear, cada vez que los hombres nos atrevamos a escribir, cada vez que los hombres nos atrevamos a vivir y a sentir, existirá entonces el poder de la palabra que traspasa fronteras, incluso las de la muerte y es entonces que la eternidad será una realidad. Esta eternidad se experimenta con cada obra que nuestros autores guatemaltecos han escrito, obras en las cuales los mitos, la vida, el amor, el odio, la voluntad, la dignidad y la dignificación se hacen presentes y es en ella donde la historia de una patria se forja con valentía y razón. Nuestra literatura sueña con héroes en cada obra, pero nuestro pueblo no lo sueña y este es el abismo que no deja que nuestros grandes escritores, que están al nivel de los europeos, sean reconocidos en todo el globo.

Nuestro deber como docentes, como guatemaltecos, como estudiantes de literatura tenemos hacia nuestro país y hacia nuestro mundo, el deber de enseñar el valor que tienen nuestros escritos, valor que transforma, que mitifica y desmitifica, que devuelve la dignidad, que busca la expresión y que puede hacer que el ser humano vuelva a encontrar la humanidad que pierde con el consumismo y la negligencia que nos rodea. Nuestro deber se acompaña de la naturaleza mística de los griegos de América, quienes ven en la natura la expresión de sus creadores y formadores, quienes en sus juegos y ritos, ven la vida como un réglalo adornado de la belleza de los nahuales que debe ser siempre digno.

Nuestro deber se acompaña de querer vivir el autentico evangelio del amor, amor que descubre su plenitud con el otro. Nuestro deber se acompaña de hombres que parecen caballos, que valoran el brillo del rubí y de las esmeraldas, hombres que se forman del maíz, fruto de la tierra y del esfuerzo del campesino, que ve en él no solo el sustento sino su identidad. Hombres que no desean ver su futuro donde acaban los caminos, y esto les lleva a dejar sus ideales entre la piedra y la cruz que la sociedad les impone. Nuestro deber se acompaña de mujeres que son conscientes de su sexualidad, de mujeres valientes que se han atrevido a reivindicar su identidad mediante la palabra, la crítica sin censura, y el amor, teniendo en cuenta que sus acciones les llevarán hasta el ostracismo o la muerte en vida, de quien pregunta si un premio en literatura servirá para el sustento de una hija a quien ama. Nuestro deber está acompañado de quienes se comprometen con su palabra escrita, de quienes no logran separar el arte de la política, de quienes la guerra les ha llevado a desembocar su interior en la poesía o la prosa, de quienes se sienten compañeros y caminates con la patria, porque reconocen que ella es la madre que une 23 lenguas y millones de personas distintas.

Nuestro deber se acompaña de hombres y mujeres trabajadores, que buscan el progreso de su nación y saben que el reflejo del progreso lo representan las artes. El sueño de los justos está en la libertad, la igualdad, la fraternidad y la dignidad de los hombres que día con día sueñan con que el pueblo sueñe, como ellos, al héroe que se convierta en historia.

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