viernes, 21 de septiembre de 2012

Una noche de marzo


Una noche de marzo, Andrés tomo la decisión de escribir el último cuento de su vida. Eran casi las doce, cuando el maullar de un gato le trajo a la memoria, el recuerdo de sus días de juventud; con claridad y lucidez recordó la primera vez que beso a Mel, su primer amor, el recuerdo le invadió de tanta alegría y nostalgia que una hermosa sonrisa se dibujó en su rostro. 
Andrés fue un joven feliz, recibió la mejor educación y ejemplo que sus padres pudieron darle, era responsable, siempre de los mejores promedios en su salón e incluso, en los momentos de turbaciones se acercaba a quienes en verdad amaba en su familia.
Al recordar a Mel, se dio cuenta que, en casi todas las ocasiones fue transparente y fiel a sus ideales, cosa que aprendió de sus padres, pero en algunos momentos su temor a no ser aceptado por quien era en realidad, le llevaron a crear una doble vida en apariencia.  Él amaba a Mel, pero en el fondo, sentía un impulso distinto por vivir en libertad como hacían los son como él; jóvenes que viven de una vida profesional, una pareja a quien aman,  que disfrutan del arte y la música, y que aceptan que al amor en libertad no discrimina ni enfrasca, sino que, se transmite y cambia lo que toca. 
En esa noche de marzo, Andrés tomo la decisión de escribir el último cuento de su vida.  Eran casi las doce con treinta, cuando escribió:
Papá…, no tienes la culpa de quien soy, simplemente soy; como decía Neruda:
(…) un gato quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola…

Andrés tenía tantas ideas, tantos deseos, tantas palabras por decir que, las experiencias de su vida habrían sido mejores, si tan solo en una noche,  cuando las estrellas tiritan sobre el firmamento oscuro y transparente, hubiese abierto las puertas de la confianza a su padre.

-          Aun no es tarde, replicó una voz,
-          Aunque no estén quienes en verdad amaste
Su corazón palpitaba como un volcán intentando escupir las palabras que por años había callado, intentó calmarse, pero su anhelo de libertad, le llevaron a escribir:
Con esto digo que soy un joven común, me gusta la música, la lectura, la vida, el juego.  Un joven común a quien le atrae la diversidad, un joven común que trabaja, sueña y escribe.  Un joven común que piensa que en la diversidad del hombre y la mujer le dan la plenitud.  Que piensa que puede ser feliz con ella, pero que, también puede serlo con él.
Es tu hijo, quien se siente dichoso de serlo, aunque sea un poco distinto al joven común que transita por las calles.  Es tu hijo quien te agradece y espera ser aceptado por ti.
En una noche de marzo, cuando las parcas viajan para dar la tranquilidad, Andrés escribió su último cuento.  Narración que espera dar al hombre, el descanso que solo un padre le puede dar……

Requiem


El cuaderno estaba frente a mí, la luz de la lámpara lo iluminaba, con rapidez lo tomé y leí:
“Me gustaba que los astros me dieran el permiso de dirigir tu destino, mi destino. Me gustaba que el respecto callera sobre nuestros cuerpos.  Todo se acaba cuando la pasión es más fuerte que la razón”
¡La Pasión! grité con rabia.  No puede ser, que descaro, después de hacerlo se atreve a escribirlo.  Le amaba tanto.  El solo recuerdo de su aroma me invadía. El olor de su esperma estaba impregnado en mis manos. Mi rostro. Si le amaba, él le quería. La ilusión no es más que eso, solo tiene fuerza para mover en gran medida los elevados y gruesos rascacielos, y si querer los deja de un momento a otro, disfruta el verlos caer pedazo a pedazo sobre las aceras.  

El Invisible


Una noche en que los tambores, las liras y las cítaras sonaban a lo lejos.  Se hizo presente ante mí la visión de una bella dama, no veía su rostro, pero sabía que era hermosa porque de ella emanaba un brillo incalculable y suave, tenía en la  mano una trompeta, en la otra un pergamino con inscripciones en una lengua desconocida y al ver la corona dorada sobre sus preciados cabellos de mar, supe en ese momento que mi misión era importante. Su mirada era tan fuerte y profunda que sentí como la inspiración me invadía y me llevaba a decir:
-   ¡Oh Musa de la Bella Voz! Que das al poeta las palabras exactas para imitar la natura y al músico las notas para transformar al hombre, has ahora que tu abyecto mensajero se envista de invisible manto, para que su vista y oídos sean testigos del incalculable valor del hombre.
En aquel instante mi cuerpo sintió como la musa de la bella voz, soplaba un viento tan ligero, que me parecía ir desvaneciéndome en el aire a tal punto de sentirme intangible a las cosas de los hombres, mi aspecto ya no era de un hombre común, porque yo ya no lo era.
El sonido de los tambores y las citaras cada vez es más fuerte, tanto que traspasa mi corazón y me lleva a sentirme en un transe del que no quiero salir… Diruba… Diruba… Diruba… Diruba… veo a las doncellas recitar; sus hermosos cuerpos danzan con movimientos suaves y precisos junto a la delicada música de los tambores y las cítaras. 
La de la Bella Voz, se alejo en un parpadeo y de pronto aparecí a las afueras de una majestuosa ciudad.

Las brillantes luces y el calor intenso de los cuerpos en la pista de baile, hacen que esta fiesta sea, como llamaban los romanos, un verdadero bacanal.  Las hermosas mujeres como las ninfas, de cabellos color de luz y piel de durazno danzan al compás de la música, como poseídas por Dionisio, en un éxtasis de movimiento que seduce hasta al más valiente e ingenuo de los sátiros que se encuentren a sus cercanías. Del otro lado de la pista la espuma cae del cielo como avisando el momento de las Afrodisias cerca del Ágora de las antiguas ciudades de la laudable Grecia.
A lo lejos está un joven alto, con rasgos celtas muy pronunciados, sus ojos oscuros como la noche brillan con el reflejo de las centelleantes luces que lo rodean; su aspecto no pasa desapercibido frente a la muchedumbre, el sudor que cae de su frente parece invitar a un misterioso juego de placer que solo El Marqués de Sade podría entender.
Embriagada esta la profunda noche de apetecibles bebidas y alucinógenos ofrecidos por Dionisio, a los comensales de tan privilegiado bacanal. El joven de los ojos de noche se acerca a Dionisio y le pide le  
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Recuerdo que de niño visité esta ciudad, pero ahora me parece tan distinta, es como si el tiempo hubiese pasado tan rápido y las costumbres hubiesen cambiado que parezco ser un hombre de antaño.  Los hogares sencillos y pequeños han quedado en el olvido, parece que la ciudad de mis recuerdos quedo deshabitada o destruida por la inclemencia de los nuevos cambios.  Los hermosos palacios están deshabitados, pero ahora parecen ser visitados por personas de diferentes regiones.  Las personas se visten diferente, las mujeres usan ropa de hombre y muchos de los hombres usan ropas ajustadas a sus cuerpos.  Es un mundo distinto, no es la ciudad que conocí. 
-   ¡Oh Calíope! ¿Cuál ha sido la razón por la que me has traído a un mundo y a una época no antes vista por mis mortales ojos?
Puedo ver a un joven alto de cabellos oscuros como la noche, sentado en la barra de un pequeño bar (es extraño, no conozco nada de esta nueva cultura, pero reconozco el nombre de las cosas)
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La Música envuelve mis sentidos y se hace vivir mil de un vuelo, como santa teresa sintió la lanza del ángel traspasar su corazón, así mi corazón siente como la música transporta experiencias y sentimientos que hipnotizan hasta lo más profundo de…

El Escritor


Es interesante como me hago llamar escritor sabiendo que en la mayor parte de mi vida solo me la he pasado imaginando, creando mundos que solo existen en las profundidades de mí ser.  Creyendo como las personas pueden llegar a cambiar, como pueden conseguir todo lo que desean con el simple hecho de pensarlo.  A veces quisiera que las historias que escribo, bueno, que están en mi mente fuesen realidad; no solo es porque soy el protagonista, sino porque en verdad son sueños puros que me darán felicidad. Eso creo.  Esta es la excepción a esas historias.  Mi nombre es Romel Caplan, y soy escritor; bueno eso es lo que la gente dice.  También se dice que los escritores somos tan sensibles que con solo voltear a ver la inspiración susurra un bello soneto en nuestros oídos.  Algunos dicen que un escritor pasa su vida entera escuchando jazz escondido del bullicio de la gente para evitar distraerse.  Otros, si embargo, creen que los escritores somos tan ajenos y extraños al mundo que siempre frecuentamos los bares mas sórdidos y enigmáticos para encontrar en el alcohol un sentido a la vida llena de desgracia que hemos vivido. Pues les cuento que esto no solo es una gran mentira, y se los digo yo, que soy escritor; bueno eso es lo que la gente dice. 
Si, me gusta el jazz. Sí, bebo como enloquecido por la sensación que me produce el olvido.  Si, me gusta alejarme del bullicio de la gente, pero es solo cuando me siento triste, solo y con el ánimo por el suelo.  Si, volteo a ver y en muchas ocasiones encuentro inspiración, mas la musa no susurra mas que el deseo de descansar de la rutina de mi día. 
No soy más que un simple hombre que al ver pasar los años se ha dado cuenta que no ha trabajado mas que disfrutado el tiempo que pasa en su oficina.  Si,  solo sentir que la productividad de lo que hago es suficiente para llenar los años que he pasado huyendo del matrimonio (solo me gustan los encuentros casuales, sin compromisos), de los años que no he visto a mi familia (saben que soy lo que no querían, entonces les ahorro el verme). 
Aunque, el ruido de la soledad en mi apartamento me incomoda sé que es la mejor opción que en su momento pude elegir.  No soportaría a ver a los niños saltar sobre los muebles, ni a una mujer que todo el día estuviese esperando que con su comida yo la quiera más.   No, he nacido para ser libre, las ataduras de la gente común no se hicieron para un hombre como yo. 
Soy escritor, pero nunca tengo las historias en mi mente, con simplicidad escribo lo que viene a mi cabeza en cualquier momento, aunque no lo hago seguido, pero me gusta sentir el hecho que disfruto de escribir cuando pienso en ganar un premio Nobel de Literatura, y mucho más cuando pienso que puedo corregir hombres de Maíz.   Lo que si comparto con Miguel Ángel, es el gusto por las hadas verdes y lo fascinante de las palabras, más cuando suenan y se sabe que representan algo. 
Los escritores somos así.  Como cualquier persona, sentimos hasta donde queremos sentir.  Nos emborrachamos, algunas veces creemos en Dios y otras nos creemos Dios.  Fuimos creados y creamos, sin duda las palabras son el mayor signo de dignidad como son el mayor signo de estupidez.  Los escritores hacemos esto porque queremos ser leídos, nos gusta la atención sobre nosotros, lloramos de alegría y tristeza, nos reímos y peleamos, somos seres comunes, la musa nos habla tanto como te habla a ti, solo que nosotros nos volvemos locos por escucharla.  Tú y yo somos tan iguales que incluso nos gustan los hombres. 

De Veneris


DE VENERIS[1]
A través de la ventana puedes ver como las personas llevan su vida con tal prisa, que no se detienen por ningún motivo para observar como es en realidad el ser humano.  No se detienen para ver la complejidad y la belleza que poseen. No dan un segundo por nada ni por nadie, aunque la vida misma este en juego.
-   ¡Bastardos!
Grita tu abuela en el fondo de la habitación, se siente sola, el tiempo ha pasado ya, no tiene fuerzas para caminar, se ve obligada a usar una silla de ruedas.  Su cara arrugada refleja la vida dura y de mucho esfuerzo que llevó para poder alimentar y educar a sus hijos.  La Segunda Guerra hizo grandes estragos en las familias de sociedad.  Ella está muriendo, ¿acaso no lo ves? Sigues necio pensando que algún día pueda recuperarse.  Iluso, vives construyendo castillos irreales y utópicos de felicidad y paz.  Sabes que morirá, por qué no terminas con ese sufrimiento de una vez. Es tan fácil. Solo necesitas algunas gotas de arsénico y luego Hades se encargará de ella.  ¿No te enfada como saber que Dios no ha hecho nada por cuidar a “su creación”? Es tan duro ver como tiene que vivir de la caridad de los otros, en el fondo intentas buscar algo de amor, para tan siquiera, cuidarla por alguna razón; pero te avergüenzas de ti mismo, porque no encuentra nada que te lleve a amarla.  Que difícil es darse cuenta que en toda la vida existe una dependencia del otro.  Que difícil es ver a través de la ventana como las personas llevan su vida con tal prisa que no se detienen ningún segundo para observar como es en realidad el ser humano.  Realidad cruel y seca que arruga la vida del hombre como una pequeña pasa que se ha secado con el tiempo, y que en muchos casos no ha servido más que para ser indiferente a la vida de los otros, a la vida propia, a la existencia en general.
-   ¡Mis niños!
Grita tu abuela en el fondo de la habitación. Ves que lleva puesto aquel vestido de flores azules que resaltan sus hermosos ojos de cielo.  Ves sus mejillas rosadas y cálidas que alguna vez besaste con tanto cariño, que solo el hecho de pensar que ella te visitaría, te dejaba despierto la noche anterior, como esperando que ver a Papá Noel bajar de la chimenea del recibidor.  Recuerdas los grandes carritos de madera con aquellos colores brillantes que te llevaba cada vez que regresaba de Francia.  Está viva, ¿acaso no lo ves? Te ama, tú la amas. Dentro de ti reconoces este sentimiento, no te es ajeno el deseo de ayudarla por amor, no te extraña en calor con que la recuerdas.
-   Abuela ¡Te amo! No, no te vayas…
El silencio de la habitación te perturba, te lástima porque sientes remordimiento por lo que pudiste hacer y no hiciste, ya es tarde, para qué lloras.  Para que pides a la figura etérea de Dios que la ayude, que la salve, que te perdone, o que tan solo le de fuerzas para que su mano toque tu rostro como signo de reconciliación. 
Solo está su cuerpo, no sabes si existe un mundo eterno.  No sabes si pedirle a Dios (con el nombre que sea) o simplemente inmortalizar sus enseñanzas para que su espíritu no muera. Ya no está contigo, déjala, no llores.  Saca el cuerpo.  Limpia la sabana.  Regala las medicinas y su ropa.  No llores, es debilidad llorar por lo que no pudiste hacer. No puedes redimiré ya, regresa a la ventana y ve pasar a las personas que como tú son indiferentes al otro, a los sentimientos, a la eternidad, a sí mismo, a la existencia. 
A través de la ventana puedes ver como las personas llevan su vida con tal prisa, que no se detienen por ningún motivo para observar como es en realidad el ser humano.  No se detienen para ver la complejidad y la belleza que poseen. No dan un segundo por nada ni por nadie, aunque la vida misma este en juego.
Los de afuera no saben ni se dan cuenta de la soledad de tu habitación, no existes para ellos; tu abuela, sus palabras inmortales no son nada para ellos, porque no existen en sus mundos.  ¡Maldita indiferencia humana! 
Ves el parque que está al frente. 
Las mariposas juguetean en el aire.  Los insectos construyen colonias, buscan comida, colaboran y los hombres que los rodean destruyen ciudades, aniquilan sueños, pisotean personas, exterminan la vida con su indiferencia empedernida. 
Los niños saltan felices en el parque, como un encadenado Prometeo lo haría al verse libre de la prisión donde encerrado está por dar al hombre las herramientas para su vida libre.  La risa inocente de los chiquillos llenan el aire de un olor a algodón de dulce, tal olor impregna a una pareja de ancianos que sentados en una banca, abrazados, viendo la vida pasar; recordando a sus hijos, a sus amigos, a sus amores. Son dos ancianos felices, parecen ser héroes que han luchado en grandes combates y que han construido con su propio esfuerzo y valentía fortalezas que solo sus cuerpos arrugados pueden entender. Parecen dos jóvenes que viven día a día el acto de entrega por amor, como que fuese la primera vez.  Como el momento en que la luna y el sol unifican sus celestes cuerpos y dan origen a un delicado, suave, ligero y perfecto aro de luz que es símbolo manifiesto de intimidad perfecta. 
Del otro lado ves a una pareja de jóvenes invocando a la Diosa de la espuma del mar[2]. Sus labios, sus pechos inflamados de deseo y el bailar de sus cuerpos son ofrendas en vasijas para la diosa de la sensualidad, de la belleza, del amor.  Puedes ver como esos seres llenos de ímpetu, de fuerza, de deseo buscan consumar su amor en un símbolo perpetuo que les permita forjar juntos la llave de la felicidad en medio de los desaforados soplos de Eolo, que les permita formar un lindo hogar incluso en el centro de las fulgurantes centellas que abren paso a la tormenta.  Y es entonces cuando te das cuenta que, solo el amor y la pasión son los únicos medios que tiene el ser humano para seguir siéndolo. Y que por medio de ellos, será capaz ser un caballero de brillante y resistente armadura para cambiar su mundo y el de los demás. 
“Como un libro que no sabes el final y te asusta lo que lees así la vida es. Cuando naces ya te expones al dolor y de a poco y con valor logras crecer.  Como un libro el corazón, nos enseña que hay temor que hay fracasos y maldad, que hay batallas que ganar y en cada página el amor, te convierte en luchador y descubres lo común; no hay un héroe como tú. Son muy pocos los que se arriesgan por amor pero tú tienes la fe y eso lo es todo. No decaigas, el vivir es aprender y no hay nada que temer si crees en ti”.[3]
Sientes que te falta el aire, has reflexionado mucho. Dejas de ver la ventana, sales de la habitación, vas por el pasillo, bajas las escaleras, llegas al recibidor, abres la puerta y sales de casa.  Respiras con profundidad, sientes como el aire entra en los orificios de tu nariz, sientes como pasa por tus vías respiratorias y como se llenan poco a poco tus pulmones.  Estiras los brazos y decides caminar, no sabes a donde, no te interesa saber, solo quieres caminar y ver.
Es primera vez que en tus 27 años te das tiempo para reflexionar sobre la vida, y lo que significa vivirla en verdad con amor y pasión.  Ya no eres el mismo de hace algunas horas, ahora eres más sensible a lo cotidiano y a lo sobrenatural; percibes el mundo de forma distinta.
A lo lejos escuchas una canción, no sabes de dónde viene, aun está muy lejos para entender la letra; a medida que te acercas vas comprendiendo los sonidos y las palabras, es entonces cuando escuchas:
“You don't have to feel like a waste of space. You're original, cannot be replaced. If you only knew what the future holds. After a hurricane comes a rainbow.  
Maybe your reason why all the doors are closed so you could open one that leads you to the perfect road. Like a lightning bolt, your heart will blow and when it's time, you'll know” [4]
Así como la lluvia de meteoritos de 1833 conmocionó al mundo entero, estas estrofas mandaron una lluvia de imágenes a tu mente que te hicieron pensar en los enfermos de cáncer que se enfrentan a la muerte a cada segundo que en diferencia los recién nacidos esperan vivir experiencias gratas en esta realidad. Pensaste en los que no tienen alimentos, en los que viven injusticias raciales, en los discriminados por género y preferencia sexual; en los adictos a las drogas, el alcohol, las cosas, las personas, al sexo; en los narcisistas, en las personas con defectos físicos y me te diste cuenta que todos esperan a un Mesías que venga para salvarlos de la realidad a la que han caído a causa de sus propias decisiones.
No solo se trata de indiferencia, sino, de tomar decisiones con responsabilidad, muchas de las personas que sufren en el mundo lo hacen porque lo han decidido; hay alguno que, por el contrario sufren por los funestos acontecimientos que las acciones de otros provocaron accidentalmente en sus vidas.
Cada hombre debe ser consciente de los efectos que producen las decisiones que toma.  De repente, sientes un viento suave, como el soplo de un sujeto que sabe que piensas y que sientes; el viento lleva consigo una hoja blanca de papel, el volar de la hoja es detenido por la suela de tu zapato izquierdo, esperando ser leída por ti.
La hoja tiene escrita la siguiente frase:
¨Toda alabanza pertenece a Dios solo, Señor de todos los mundos. El Clemente, el Misericordioso, Dueño del Día del Juicio. A Ti sólo te adoramos y a Ti solo imploramos ayuda. Dirígenos por el camino recto, el camino de aquellos a quienes Tú has concedido Tus bendiciones, de los que no han incurrido en Tu enojo y de los que no se han extraviado. Amén.¨[5]
No crees en Dios, pero lo que has experimentado en tan poco tiempo te lleva a, por primera vez desde tu niñez, leer detenidamente cada una de las frases.
“…El Señor de los mundos…” repites para ti mismo, te das cuenta que si, en todo caso, existiera un Dios; este no tendría la culpa de lo que le suceden a los hombres.  Y te preguntas ¿Qué gana el ser humano al creer el Dios? “…A Ti sólo te adoramos y a Ti solo imploramos ayuda. Dirígenos por el camino recto, el camino de aquellos a quienes Tú has concedido Tus bendiciones, de los que no han incurrido en Tu enojo y de los que no se han extraviado. Amén” ¿Acaso el hombre necesita creer en algo para poder ser feliz, necesita creer que hay alguien que lo va a proteger y librar del mal de las malas decisiones tomadas por sí mismos?
De ser así, ¿de dónde debe de provenir el Mesías para la humanidad? ¿Del Olimpo como Prometeo? ¿De la partogénesis de una mujer? O ¿De uno mismo?
Tú conoces la respuesta, sabes que los humanos nos extraviamos en el camino, necesitamos una guía, pero el verdadero héroe debe estar en uno mismo.
Al ver esto decides regresar rápidamente a casa, como para contarle al mundo tu descubrimiento (Sabes que el casa no hay nadie, pero, aun así decides corres para llegar pronto).  A medida que corres sientes el viento frotar tu rostro, te sientes cada vez más ligero, sientes que te elevas, poco a poco tus pies se despegan del suelo y comienzas a flotar en el aire.  Es una sensación diferente, pero no te asustas, es más, sientes como haberlo experimentado antes.  Manipulas a la perfección la ausencia de gravedad, puedes dirigirte a donde quieres.  Puedes viajar tan rápido como la luz, te sientes ligero y veloz como un ave. De pronto, ya no tienes prisa por llegar, ahora quieres viajar tan rápido por todo el mundo observando como la gente decide vivir, como la vida pasa frente a ti en cuestión de instantes. 
Tu nueva condición, te lleva a ver el mundo con otros ojos.  Ves la vida entera de cada hombre y mujer sobre la tierra.  Los conoces, te identificas con ellos; con su trabajo, con sus anhelos, con sus experiencias, y sobre todo con su inclinación a amar hasta lo que la razón le permanece oculto.
La creación más compleja de la natura se muestra ahora, débil, no por impotencia ni por falta de carácter, sino débil por amor, capaz de sacrificarse incondicionalmente por sus objetivos.  Percibes que el hombre no es solo un elemento vivo que actúa por sobrevivencia, sino que, es un ente capaz de actuar por autentica bondad y sin interés.  Te das cuenta que el hombre siempre busca la verdad y por tal razón, siempre cuestiona todo lo que vive. Ves a la autenticidad rodear a las personas, infundiéndoles el valor y la identidad de un intrépido guerreo que será capaz de actuar, cuando se encuentre a sí mismo. 
Ves que al lado de cada hombre hay seres que como tú, conocen las inclinaciones personales, algunos de ellos animan las buenas acciones otros las contrarias, pero la última palabra la tienen los seres de tu mundo. 
En ese momento aparece una luz tan brillante que te ciega, su luz es tan fuerte y el calor que emana de ella es tan absorbente que siente perder el equilibro, y vas perdiendo fuerza tan rápido que sientes que caes a un vacio…
Te despiertas enseguida, has dormido toda la tarde. Recuerdas claramente tu sueño y te levantas con un sentimiento de aceptación y tranquilidad que recorre suavemente tu interior. Te levantas, vas al lavado y se echas agua sobre el rostro, te secas y sales de tu habitación. Caminas en el pasillo, bajas las escaleras, cruzas a la derecha, llegas a la cocina y ves a tu abuela querida en su silla de ruedas con la bella sonrisa con que te miraba cuando eras un niño.
Llegas con ella, le das un abrazo tan fuerte que ella con un gesto lleno de sarcasmo te dice: ¿Acaso, me abrazas porque piensas enterrarme pronto? Hay un intercambio de sonrisas y sales rumbo al parque.
Al salir ves a los chiquillos saltar y correr libres por el parque, a una pareja de ancianos que abrazados recuerdan su vida, a unos jóvenes enamorados que esperan vivir a plenitud sus experiencias, y la brisa del aire te invita a querer ser diferente de cómo has sido hasta ese momento. Entonces, dices:
-   El amor, me convierte en luchador no hay un héroe como yo.


[1] Genitivo latino de la Diosa Venus (Diosa del amor, de la sensualidad, de la sexualidad) es la etimología de la palabra Viernes.
[2] Diosa Venus. Hace referencia a su creación por medio del esperma de Cronos al caer en el mar.
[3] Héroe; Il Divo
[4] Firework; Katty Perry; 2010
[5] Sura Al-Fatiha; Sagrado Corán.

Olvido



¡No importa ya!
Que los altos bosques hayan caído sobre nuestros caminos.
¡No importa ya!
Que las borrascas
Hayan dejado la cicatriz del corazón herido.
¡Le quiero!
Y no puedo hacer nada para olvidarle
Lo he intentado todo:
He caminado bosques
He vencido fieras
He comido flores
Y nada ha funcionado
¡Le quiero!
Y no puedo hacer nada para olvidarle
Aquella noche recuerdo
En que la espesa fuerza de mis palabras
Rasgaron su corazón y destrozaron el mío
Pensé en olvidarle, pero aún no lo consigo
¡Le quiero!
Y aún no le olvido.