Una noche
en que los tambores, las liras y las cítaras sonaban a lo lejos. Se hizo presente ante mí la visión de una
bella dama, no veía su rostro, pero sabía que era hermosa porque de ella
emanaba un brillo incalculable y suave, tenía en la mano una trompeta, en la otra un pergamino con
inscripciones en una lengua desconocida y al ver la corona dorada sobre sus
preciados cabellos de mar, supe en ese momento que mi misión era importante. Su
mirada era tan fuerte y profunda que sentí como la inspiración me invadía y me
llevaba a decir:
-
¡Oh Musa de la Bella Voz! Que das
al poeta las palabras exactas para imitar la natura y al músico las notas para
transformar al hombre, has ahora que tu abyecto mensajero se envista de
invisible manto, para que su vista y oídos sean testigos del incalculable valor
del hombre.
En aquel
instante mi cuerpo sintió como la musa de la bella voz, soplaba un viento tan
ligero, que me parecía ir desvaneciéndome en el aire a tal punto de sentirme
intangible a las cosas de los hombres, mi aspecto ya no era de un hombre común,
porque yo ya no lo era.
El sonido
de los tambores y las citaras cada vez es más fuerte, tanto que traspasa mi
corazón y me lleva a sentirme en un transe del que no quiero salir… Diruba… Diruba… Diruba… Diruba… veo a
las doncellas recitar; sus hermosos cuerpos danzan con movimientos suaves y
precisos junto a la delicada música de los tambores y las cítaras.
La de la
Bella Voz, se alejo en un parpadeo y de pronto aparecí a las afueras de una majestuosa
ciudad.
Las
brillantes luces y el calor intenso de los cuerpos en la pista de baile, hacen
que esta fiesta sea, como llamaban los romanos, un verdadero bacanal. Las hermosas mujeres como las ninfas, de
cabellos color de luz y piel de durazno danzan al compás de la música, como
poseídas por Dionisio, en un éxtasis de movimiento que seduce hasta al más
valiente e ingenuo de los sátiros que se encuentren a sus cercanías. Del otro
lado de la pista la espuma cae del cielo como avisando el momento de las
Afrodisias cerca del Ágora de las antiguas ciudades de la laudable Grecia.
A lo lejos
está un joven alto, con rasgos celtas muy pronunciados, sus ojos oscuros como
la noche brillan con el reflejo de las centelleantes luces que lo rodean; su
aspecto no pasa desapercibido frente a la muchedumbre, el sudor que cae de su
frente parece invitar a un misterioso juego de placer que solo El Marqués de Sade podría entender.
Embriagada
esta la profunda noche de apetecibles bebidas y alucinógenos ofrecidos por
Dionisio, a los comensales de tan privilegiado bacanal. El joven de los ojos de
noche se acerca a Dionisio y le pide le
__________
Recuerdo
que de niño visité esta ciudad, pero ahora me parece tan distinta, es como si
el tiempo hubiese pasado tan rápido y las costumbres hubiesen cambiado que
parezco ser un hombre de antaño. Los
hogares sencillos y pequeños han quedado en el olvido, parece que la ciudad de
mis recuerdos quedo deshabitada o destruida por la inclemencia de los nuevos
cambios. Los hermosos palacios están
deshabitados, pero ahora parecen ser visitados por personas de diferentes
regiones. Las personas se visten
diferente, las mujeres usan ropa de hombre y muchos de los hombres usan ropas
ajustadas a sus cuerpos. Es un mundo
distinto, no es la ciudad que conocí.
-
¡Oh Calíope! ¿Cuál ha sido la razón
por la que me has traído a un mundo y a una época no antes vista por mis
mortales ojos?
Puedo ver a
un joven alto de cabellos oscuros como la noche, sentado en la barra de un
pequeño bar (es extraño, no conozco nada de esta nueva cultura, pero reconozco
el nombre de las cosas)
______
La Música
envuelve mis sentidos y se hace vivir mil de un vuelo, como santa teresa sintió
la lanza del ángel traspasar su corazón, así mi corazón siente como la música
transporta experiencias y sentimientos que hipnotizan hasta lo más profundo de…
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