viernes, 21 de septiembre de 2012

De Veneris


DE VENERIS[1]
A través de la ventana puedes ver como las personas llevan su vida con tal prisa, que no se detienen por ningún motivo para observar como es en realidad el ser humano.  No se detienen para ver la complejidad y la belleza que poseen. No dan un segundo por nada ni por nadie, aunque la vida misma este en juego.
-   ¡Bastardos!
Grita tu abuela en el fondo de la habitación, se siente sola, el tiempo ha pasado ya, no tiene fuerzas para caminar, se ve obligada a usar una silla de ruedas.  Su cara arrugada refleja la vida dura y de mucho esfuerzo que llevó para poder alimentar y educar a sus hijos.  La Segunda Guerra hizo grandes estragos en las familias de sociedad.  Ella está muriendo, ¿acaso no lo ves? Sigues necio pensando que algún día pueda recuperarse.  Iluso, vives construyendo castillos irreales y utópicos de felicidad y paz.  Sabes que morirá, por qué no terminas con ese sufrimiento de una vez. Es tan fácil. Solo necesitas algunas gotas de arsénico y luego Hades se encargará de ella.  ¿No te enfada como saber que Dios no ha hecho nada por cuidar a “su creación”? Es tan duro ver como tiene que vivir de la caridad de los otros, en el fondo intentas buscar algo de amor, para tan siquiera, cuidarla por alguna razón; pero te avergüenzas de ti mismo, porque no encuentra nada que te lleve a amarla.  Que difícil es darse cuenta que en toda la vida existe una dependencia del otro.  Que difícil es ver a través de la ventana como las personas llevan su vida con tal prisa que no se detienen ningún segundo para observar como es en realidad el ser humano.  Realidad cruel y seca que arruga la vida del hombre como una pequeña pasa que se ha secado con el tiempo, y que en muchos casos no ha servido más que para ser indiferente a la vida de los otros, a la vida propia, a la existencia en general.
-   ¡Mis niños!
Grita tu abuela en el fondo de la habitación. Ves que lleva puesto aquel vestido de flores azules que resaltan sus hermosos ojos de cielo.  Ves sus mejillas rosadas y cálidas que alguna vez besaste con tanto cariño, que solo el hecho de pensar que ella te visitaría, te dejaba despierto la noche anterior, como esperando que ver a Papá Noel bajar de la chimenea del recibidor.  Recuerdas los grandes carritos de madera con aquellos colores brillantes que te llevaba cada vez que regresaba de Francia.  Está viva, ¿acaso no lo ves? Te ama, tú la amas. Dentro de ti reconoces este sentimiento, no te es ajeno el deseo de ayudarla por amor, no te extraña en calor con que la recuerdas.
-   Abuela ¡Te amo! No, no te vayas…
El silencio de la habitación te perturba, te lástima porque sientes remordimiento por lo que pudiste hacer y no hiciste, ya es tarde, para qué lloras.  Para que pides a la figura etérea de Dios que la ayude, que la salve, que te perdone, o que tan solo le de fuerzas para que su mano toque tu rostro como signo de reconciliación. 
Solo está su cuerpo, no sabes si existe un mundo eterno.  No sabes si pedirle a Dios (con el nombre que sea) o simplemente inmortalizar sus enseñanzas para que su espíritu no muera. Ya no está contigo, déjala, no llores.  Saca el cuerpo.  Limpia la sabana.  Regala las medicinas y su ropa.  No llores, es debilidad llorar por lo que no pudiste hacer. No puedes redimiré ya, regresa a la ventana y ve pasar a las personas que como tú son indiferentes al otro, a los sentimientos, a la eternidad, a sí mismo, a la existencia. 
A través de la ventana puedes ver como las personas llevan su vida con tal prisa, que no se detienen por ningún motivo para observar como es en realidad el ser humano.  No se detienen para ver la complejidad y la belleza que poseen. No dan un segundo por nada ni por nadie, aunque la vida misma este en juego.
Los de afuera no saben ni se dan cuenta de la soledad de tu habitación, no existes para ellos; tu abuela, sus palabras inmortales no son nada para ellos, porque no existen en sus mundos.  ¡Maldita indiferencia humana! 
Ves el parque que está al frente. 
Las mariposas juguetean en el aire.  Los insectos construyen colonias, buscan comida, colaboran y los hombres que los rodean destruyen ciudades, aniquilan sueños, pisotean personas, exterminan la vida con su indiferencia empedernida. 
Los niños saltan felices en el parque, como un encadenado Prometeo lo haría al verse libre de la prisión donde encerrado está por dar al hombre las herramientas para su vida libre.  La risa inocente de los chiquillos llenan el aire de un olor a algodón de dulce, tal olor impregna a una pareja de ancianos que sentados en una banca, abrazados, viendo la vida pasar; recordando a sus hijos, a sus amigos, a sus amores. Son dos ancianos felices, parecen ser héroes que han luchado en grandes combates y que han construido con su propio esfuerzo y valentía fortalezas que solo sus cuerpos arrugados pueden entender. Parecen dos jóvenes que viven día a día el acto de entrega por amor, como que fuese la primera vez.  Como el momento en que la luna y el sol unifican sus celestes cuerpos y dan origen a un delicado, suave, ligero y perfecto aro de luz que es símbolo manifiesto de intimidad perfecta. 
Del otro lado ves a una pareja de jóvenes invocando a la Diosa de la espuma del mar[2]. Sus labios, sus pechos inflamados de deseo y el bailar de sus cuerpos son ofrendas en vasijas para la diosa de la sensualidad, de la belleza, del amor.  Puedes ver como esos seres llenos de ímpetu, de fuerza, de deseo buscan consumar su amor en un símbolo perpetuo que les permita forjar juntos la llave de la felicidad en medio de los desaforados soplos de Eolo, que les permita formar un lindo hogar incluso en el centro de las fulgurantes centellas que abren paso a la tormenta.  Y es entonces cuando te das cuenta que, solo el amor y la pasión son los únicos medios que tiene el ser humano para seguir siéndolo. Y que por medio de ellos, será capaz ser un caballero de brillante y resistente armadura para cambiar su mundo y el de los demás. 
“Como un libro que no sabes el final y te asusta lo que lees así la vida es. Cuando naces ya te expones al dolor y de a poco y con valor logras crecer.  Como un libro el corazón, nos enseña que hay temor que hay fracasos y maldad, que hay batallas que ganar y en cada página el amor, te convierte en luchador y descubres lo común; no hay un héroe como tú. Son muy pocos los que se arriesgan por amor pero tú tienes la fe y eso lo es todo. No decaigas, el vivir es aprender y no hay nada que temer si crees en ti”.[3]
Sientes que te falta el aire, has reflexionado mucho. Dejas de ver la ventana, sales de la habitación, vas por el pasillo, bajas las escaleras, llegas al recibidor, abres la puerta y sales de casa.  Respiras con profundidad, sientes como el aire entra en los orificios de tu nariz, sientes como pasa por tus vías respiratorias y como se llenan poco a poco tus pulmones.  Estiras los brazos y decides caminar, no sabes a donde, no te interesa saber, solo quieres caminar y ver.
Es primera vez que en tus 27 años te das tiempo para reflexionar sobre la vida, y lo que significa vivirla en verdad con amor y pasión.  Ya no eres el mismo de hace algunas horas, ahora eres más sensible a lo cotidiano y a lo sobrenatural; percibes el mundo de forma distinta.
A lo lejos escuchas una canción, no sabes de dónde viene, aun está muy lejos para entender la letra; a medida que te acercas vas comprendiendo los sonidos y las palabras, es entonces cuando escuchas:
“You don't have to feel like a waste of space. You're original, cannot be replaced. If you only knew what the future holds. After a hurricane comes a rainbow.  
Maybe your reason why all the doors are closed so you could open one that leads you to the perfect road. Like a lightning bolt, your heart will blow and when it's time, you'll know” [4]
Así como la lluvia de meteoritos de 1833 conmocionó al mundo entero, estas estrofas mandaron una lluvia de imágenes a tu mente que te hicieron pensar en los enfermos de cáncer que se enfrentan a la muerte a cada segundo que en diferencia los recién nacidos esperan vivir experiencias gratas en esta realidad. Pensaste en los que no tienen alimentos, en los que viven injusticias raciales, en los discriminados por género y preferencia sexual; en los adictos a las drogas, el alcohol, las cosas, las personas, al sexo; en los narcisistas, en las personas con defectos físicos y me te diste cuenta que todos esperan a un Mesías que venga para salvarlos de la realidad a la que han caído a causa de sus propias decisiones.
No solo se trata de indiferencia, sino, de tomar decisiones con responsabilidad, muchas de las personas que sufren en el mundo lo hacen porque lo han decidido; hay alguno que, por el contrario sufren por los funestos acontecimientos que las acciones de otros provocaron accidentalmente en sus vidas.
Cada hombre debe ser consciente de los efectos que producen las decisiones que toma.  De repente, sientes un viento suave, como el soplo de un sujeto que sabe que piensas y que sientes; el viento lleva consigo una hoja blanca de papel, el volar de la hoja es detenido por la suela de tu zapato izquierdo, esperando ser leída por ti.
La hoja tiene escrita la siguiente frase:
¨Toda alabanza pertenece a Dios solo, Señor de todos los mundos. El Clemente, el Misericordioso, Dueño del Día del Juicio. A Ti sólo te adoramos y a Ti solo imploramos ayuda. Dirígenos por el camino recto, el camino de aquellos a quienes Tú has concedido Tus bendiciones, de los que no han incurrido en Tu enojo y de los que no se han extraviado. Amén.¨[5]
No crees en Dios, pero lo que has experimentado en tan poco tiempo te lleva a, por primera vez desde tu niñez, leer detenidamente cada una de las frases.
“…El Señor de los mundos…” repites para ti mismo, te das cuenta que si, en todo caso, existiera un Dios; este no tendría la culpa de lo que le suceden a los hombres.  Y te preguntas ¿Qué gana el ser humano al creer el Dios? “…A Ti sólo te adoramos y a Ti solo imploramos ayuda. Dirígenos por el camino recto, el camino de aquellos a quienes Tú has concedido Tus bendiciones, de los que no han incurrido en Tu enojo y de los que no se han extraviado. Amén” ¿Acaso el hombre necesita creer en algo para poder ser feliz, necesita creer que hay alguien que lo va a proteger y librar del mal de las malas decisiones tomadas por sí mismos?
De ser así, ¿de dónde debe de provenir el Mesías para la humanidad? ¿Del Olimpo como Prometeo? ¿De la partogénesis de una mujer? O ¿De uno mismo?
Tú conoces la respuesta, sabes que los humanos nos extraviamos en el camino, necesitamos una guía, pero el verdadero héroe debe estar en uno mismo.
Al ver esto decides regresar rápidamente a casa, como para contarle al mundo tu descubrimiento (Sabes que el casa no hay nadie, pero, aun así decides corres para llegar pronto).  A medida que corres sientes el viento frotar tu rostro, te sientes cada vez más ligero, sientes que te elevas, poco a poco tus pies se despegan del suelo y comienzas a flotar en el aire.  Es una sensación diferente, pero no te asustas, es más, sientes como haberlo experimentado antes.  Manipulas a la perfección la ausencia de gravedad, puedes dirigirte a donde quieres.  Puedes viajar tan rápido como la luz, te sientes ligero y veloz como un ave. De pronto, ya no tienes prisa por llegar, ahora quieres viajar tan rápido por todo el mundo observando como la gente decide vivir, como la vida pasa frente a ti en cuestión de instantes. 
Tu nueva condición, te lleva a ver el mundo con otros ojos.  Ves la vida entera de cada hombre y mujer sobre la tierra.  Los conoces, te identificas con ellos; con su trabajo, con sus anhelos, con sus experiencias, y sobre todo con su inclinación a amar hasta lo que la razón le permanece oculto.
La creación más compleja de la natura se muestra ahora, débil, no por impotencia ni por falta de carácter, sino débil por amor, capaz de sacrificarse incondicionalmente por sus objetivos.  Percibes que el hombre no es solo un elemento vivo que actúa por sobrevivencia, sino que, es un ente capaz de actuar por autentica bondad y sin interés.  Te das cuenta que el hombre siempre busca la verdad y por tal razón, siempre cuestiona todo lo que vive. Ves a la autenticidad rodear a las personas, infundiéndoles el valor y la identidad de un intrépido guerreo que será capaz de actuar, cuando se encuentre a sí mismo. 
Ves que al lado de cada hombre hay seres que como tú, conocen las inclinaciones personales, algunos de ellos animan las buenas acciones otros las contrarias, pero la última palabra la tienen los seres de tu mundo. 
En ese momento aparece una luz tan brillante que te ciega, su luz es tan fuerte y el calor que emana de ella es tan absorbente que siente perder el equilibro, y vas perdiendo fuerza tan rápido que sientes que caes a un vacio…
Te despiertas enseguida, has dormido toda la tarde. Recuerdas claramente tu sueño y te levantas con un sentimiento de aceptación y tranquilidad que recorre suavemente tu interior. Te levantas, vas al lavado y se echas agua sobre el rostro, te secas y sales de tu habitación. Caminas en el pasillo, bajas las escaleras, cruzas a la derecha, llegas a la cocina y ves a tu abuela querida en su silla de ruedas con la bella sonrisa con que te miraba cuando eras un niño.
Llegas con ella, le das un abrazo tan fuerte que ella con un gesto lleno de sarcasmo te dice: ¿Acaso, me abrazas porque piensas enterrarme pronto? Hay un intercambio de sonrisas y sales rumbo al parque.
Al salir ves a los chiquillos saltar y correr libres por el parque, a una pareja de ancianos que abrazados recuerdan su vida, a unos jóvenes enamorados que esperan vivir a plenitud sus experiencias, y la brisa del aire te invita a querer ser diferente de cómo has sido hasta ese momento. Entonces, dices:
-   El amor, me convierte en luchador no hay un héroe como yo.


[1] Genitivo latino de la Diosa Venus (Diosa del amor, de la sensualidad, de la sexualidad) es la etimología de la palabra Viernes.
[2] Diosa Venus. Hace referencia a su creación por medio del esperma de Cronos al caer en el mar.
[3] Héroe; Il Divo
[4] Firework; Katty Perry; 2010
[5] Sura Al-Fatiha; Sagrado Corán.